| Descripción |
Composición alegórica de la ciudad de Sevilla con varios monumentos emblemáticos entre abundante vegetación, y a la izquierda, en primer plano, una guitarra española dispuesta en diagonal.
Se trata de un dibujo dedicado: "Recuerdo cariñoso. / a la Sra. Marquesa de Vega Inclán", realizado a pluma con correcciones al gouache y firmado "A Gomar". Así firmaba -en sus óleos con mayúsculas- Antonio Gomar y Gomar (Benigánim, Valencia, 1853 - Maella, Zaragoza, 1911). Este paisajista fue discípulo de Rafael Montesinos en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Debutó en Madrid en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1871 y, a partir de 1872, pariticipó también en las Regionales de Valencia; expuso además en Sevilla y Barcelona. Incansable viajero, se conservan paisajes suyos de diversos lugares de España, siendo su obra más conocida "El Albaicín (Granada)", pintada en 1882 (Museo del Prado, inv. P06240). En 1906 fue retratado por su amigo Joaquín Sorolla (Museo del Prado, inv. P04653), que también lo fue de Benigno Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán. La dedicatoria de este dibujo a su madre, Elisa Flaquer, es una importante contribución al estudio del círculo en el que se movían el fundador del Museo del Romanticismo y su familia.
Por otra parte, no hay que olvidar la vinculación del marqués de la Vega-Inclán con la ciudad de Sevilla. De hecho, en la biografía del Benigno Vega-Inclán que Vicente Traver publicó en 1965, refiere que este dibujo se utilizó para la portada de la "Guía de Sevilla" que publicó el Marqués en 1888. No en vano la guitarra es un emblema del folclore español, y más concretamente, del flamenco, seña de identidad de Andalucía. Se distinguen además dos monumentos emblemáticos de la ciudad: la torre mudéjar de la iglesia de Santa Catalina y la iglesia del hospital de la Caridad.
Sin perjuicio de lo anterior, la inscripción "LAURENT Y CIA" que consta a la derecha de la composición, bajo el dibujo, avala la hipótesis de que el artista se inspirase en una imagen que este afamado fotógrafo tomó entre 1860 y 1886 (Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España, inv. VN-00827). No obstante, Gomar aporta una gran originalidad compositiva, al haber reemplazado los edificios que circundaban la iglesia de Santa Catalina por abundante vegetación y por la guitarra. Destacan el horror vacui y la minuciosidad del trazo, a la vez ágil y preciso.
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